Historias de vida. Memorias

Disponemos de numerosas obras que representan testimonios directos de los hechos vividos, y que por lo tanto, nos ofrecen una fuente primaria para el estudio. En el ámbito de las Illes Balears contamos con relatos tanto de autores extranjeros como isleños que han dejado narración de sus experiencias. Se trata de testimonios únicos que nos permiten llevar a cabo un trabajo de carácter interdisciplinario, combinando materias como historia y literatura.

Estas memorias y vivencias nos permiten aproximarnos a hechos históricos como la proclamación de la República, la vida cotidiana, los crecientes enfrentamientos sociales, el golpe de estado, el desembarco de Bayo, la presencia de las milicias antifascistas y el reembarque, la represión bajo forma de asesinatos y encarcelamientos y el exilio, entre otros aspectos.

Se tiene que ser consciente que se trata de recuerdos personales y que, por lo tanto, quedan sujetos a la verificación contrastada de las amplias fuentes disponibles. No obstante, las memorias nos aportan un punto de vista personal, sentido y sincero, que va mucho más allá de la búsqueda histórica. Se trata de una generación -muchos de ellos eran niños al estallar la guerra- que decidió dejar constancia de sus vivencias ya de adultos, siempre con el trasfondo de expresar la ruptura violenta que supuso para sus vidas, el golpe de estado y la guerra.

A continuación realizamos una compilación de títulos nacidos de memorias personales que pueden trabajarse al completo o por fragmentos. Para facilitar la tarea, hemos seleccionado un conjunto de textos que nos permiten tratar temas diversos, como el desembarco de Bayo, los hechos del Castell en Ibiza, las condiciones de vida en las prisiones y campos de concentración, los asesinatos y el exilio, entre otros:


  •  Vida y muerte de un pueblo español, (Gadir Editorial, 2005) es una obra norteamericano Elliot Paul en la que narra su experiencia en Santa Eulària des Riu entre 1931 y 1936. El autor ofrece una cuidadosa descripción de los personajes, de los quehaceres diarios y de los espacios en lo que puede considerarse una crónica social e histórica de referencia. Entre los temas tratados, podemos mencionar la narración del golpe de estado, el inicio de la Guerra Civil y la llegada de las tropas del capitán Alberto Bayo, hechos de los que ofrecemos una selección de fragmentos:

«El Domingo por la noche, Pep Torres, que tocaba la trompeta en la banda municipal de Ibiza, volvió en su bicicleta justo antes de medianoche en un estado de ánimo de absoluto pesimismo. Estuvimos sentados hasta casi el amanecer y, tras prolongados intervalos de silencio, habló brevemente y con resentimiento. Un grupo de voluntarios fascistas armados había desfilado por las calles de Ibiza aquella noche, su primera aparición en público. La Guardia Civil había cerrado la Casa del Pueblo (sede socialista). El lunes, el mando militar de la fortaleza de Ibiza, el comandante Mestres proclamó la ley marcial y asumió los poderes de las autoridades civiles. Se prohibió a los trabajadores hacer huelga, celebrar reuniones (…). Aquella noche, había pocos hombres en las calles de Santa Eulalia: la asistencia a los cafés se había reducido a la mitad». (Paul, 2005, 246-247).

«Le dije a Ferrer que esperábamos a dos amigos (Dick Glenn y su esposa) que llegaban de París en el barco de Barcelona a la mañana siguiente y le pregunté si me acercaría a esperar el barco. (…) A la mañana siguiente, me levanté a las cinco y fui a buscar a Ferrer. Estaba tomando el café en el local de Cosmi, como siempre. Salimos a la calle y nos quedamos allí mirando, con los ojos fijos en el mar en la dirección del acantilado de Tagomago. Vi que por toda la calle, silenciosos a la puerta de sus casas, había hombres y mujeres que también miraban. No solo los habituales madrugadores, sino también otros que normalmente no se levantaban hasta más tarde. -Vendrá- decían algunos. – Ya debería estar aquí. No viene- decía oros. El vapor de Barcelona no apareció». (Paul, 2005, 247-248).

«Los dos diarios de Ibiza no publicaban otra cosa que los éxitos del Movimiento (como llamaron a la rebelión), pero Rigoberto, ayudado por Primitivo. Se las había ingeniado para captar algunos informes con su radio, que había pasado inadvertida en la búsqueda rápida de instrumentos efectuada por los guardias locales, y les contó que algunos de sus amigos que Madrid anunciaba que la rebelión se había sofocado en unas horas en la capital (…). El más mínimo rumor se propagaba con una larga serie de figuraciones». (Paul, 2005, 250).

«El sargento Gómez, a cargo de la guarnición local de guardias, avergonzado, hizo una ronda por los cafés y colgó en la pared del café de los pescadores de Antonia y en la puerta del Teatro de España una orden, firmada por Mestres como comandante militar de Ibiza, según la cual, después de las diez y media de la noche, los cafés debían permanecer cerrados y todo el mundo debía quedarse en su casa con las puertas cerradas. En lo que respecta a los cafés, la orden iba destinada claramente a Cosmi y a su fiel clientela». (Paul, 2005, 252).

«La evasión de los principales republicanos de Santa Eulalia y San Carlos no le había preocupado mucho al principio (a Mestres) porque pensaba tener tiempo suficiente para darles caza (…). La llegada del mensaje aéreo lo impulsó a organizar inmediatamente grandes pelotones de búsqueda y enviarlos al bosque y a las regiones mineras desiertas del norte de Sata Eulalia y San Carlos, los dos pueblos que no conseguía someter. Vi a Cosmi un instante el domingo 2 de agosto cuando entró furtivamente en pueblo para afeitarse en condiciones en su apartamento. El bosque, las altas montañas y la línea costera rocosa (tres playas silenciosas entre los acantilados) en los que él y sus compañeros se ocultaban, habían sido su guarida desde la juventud. Conocía a todos los hombres, las mujeres y los niños que eran de fiar y sabía a quienes debía evitar. Más tarde me enteré de que Ferrer y Garrapiñada, tenderos par excellence, se habían superado a sí mismo fabricando ingeniosas granadas con botes de hojalata, tapones de dinamia, pólvora negra y metralla». (Paul, 2005, 296).

«–El capitán está allí– dijo el marinero, señalando la azotea baja de una casa blanca pequeña que había junto a la ribera, a escasa distancia del molino. –¿Queréis ir a saludarlo? (…)

–¡Vamos! – dije, y el marinero nos acompañó hasta el final de su puesto y, desde allí, gritó: «¡Capitán Bayo!».

(…) Entusiasmado, salté la pequeña zanja y subí con dificultada al tejado para situarme junto a él. Me saludó en español. Después, Pep mencionó que yo era estadounidense. El capitán Bayo sonrió genuinamente.

–¡Venid aquí! – gritó Bayo, y los marineros se levantaron de las rocas y de la hierba en los que estaban holgazaneando y se acercaron con tanto entusiasmo que ni se acordaron de usar las piedras de paso. El capitán Bayo señaló la iglesia, en la montaña. –¿Desde ahí se d omina el pueblo? –me preguntó. Asentí con la cabeza–. Tomad la iglesia –gritó (…).

Empezaba a creer que estábamos a salvo en la azotea, pero Ibiza y su bien armada guarnición fueron introduciéndose poco a poco en mi mente hasta inquietarme.

–Hay varios centenares de soldados en Ibiza–dije.

–Tomaremos Ibiza hoy –contestó Bayo–. Tengo suficientes hombres». (Paul, 2005, 350-351).

 «A mediodía del domingo 13 de septiembre, cuatro aviones sobrevolaron de pronto Ibiza y lanzaron bombas sobre la multitud de mujeres y niños que paseaba por el muelle y el paseo. No hubo advertencia, ni intento de destruir nada de importancia militar. Destrozaron un pequeño estanco, un surtidor de gasolina próximo a la playa, varios buques de pesca amarrados al muelle, un chalé. De los cincuenta y cinco ibicencos que murieron, cuarenta y dos eran mujeres o niños menores de diez años. (…) Horrorizados por el asesinato de mujeres y niños e inflamados por la insolencia fascista, los guardias se hicieron con una metralleta (…) decidieron ejecutar a todos los prisioneros aquella noche, en grupos de cinco. (…) Entonces, los anarquistas prepararon para su partida los dos grandes barcos de pasajeros y ordenaron a los miembros de la milicia de Ibiza que embarcaran con ellos». (Paul, 2005, 448-449).


  • L’Ismé, de la suiza Cilette Ofaire, es una obra publicada en su primera edición en 1940 en Lausana, por La Guilde du Livre. El título hace referencia al nombre del yate en el cual vivió, recalado en el puerto de Ibiza, entre abril de 1936 hasta el final de la guerra. La autora llegó a Ibiza en marzo de 1936 y describió los meses finales de la República, la ocupación republicana y las primeras semanas de control del bando nacional. El bombardeo que la aviación nacional efectuó el 13 de septiembre de 1936 echa a perder su yate y optó por esconderse en el interior de la isla hasta que las autoridades la obligaron a irse a Palma y después, a marcharse del país

  • Lo que Ibiza me inspiró, obra editada en los años ochenta, fue completada y revisada en 1995 en una nueva edición publicada por el Consell Insular d’Eivissa i Formentera. El autor, Enric Fajarnés Cardona, ofrece una reflexión sobre los cambios vividos en la isla en los inicios del siglo XX e incluye también referencias sobre la forma en que vivió la Guerra Civil. La presencia de los milicianos, los bombardeos y los refugios, el asunto con el destructor alemán Deutschland, lo entrega de emprendadas ibicencas a las autoridades o la incorporación de algunos soldados ibicencos a los frentes peninsulares hacia 1938 forman parte del relato de Fajarnés. Sobre el bombardeo de 13 de septiembre de 1936 y de los hechos del Castell, escribe:

«Y al otro día, 13 de septiembre, hacia las tres de la tarde, se oyeron de nuevo motores. Era en casa la hora de la sobremesa. Y de pronto, todas las puertas interiores, como sacudidas brutalmente, lanzaron las dos hojas a un impresionante vaivén. (…) Fueron tres aviones atacantes y pasaron tres veces sobre la ciudad arrojando muchas bombas. Parece claro que tomaron como blanco los emplazamientos de ametralladoras. Pronto corrieron noticias de muertes y ruinas. Un pailebote varado en el astillero fue partido por la mitad; otro, fondeado en el rincón sudoestes del puerto, se fue a pique. En los andenes cayeron algunos hombres.

En la Calle de Castelar fue hundida la casa y fonda de Can Cires, donde murieron muchas personas; también fue abatida hasta los cimientos la casa en que confluyen las calles de Montgrí y Anibal, frente a la pequeña Plaza de Canalejas. El edificio de obras públicas, en el puerto, resultó muy dañador. En la Plaça de la Vila derribóse la casa conocida por Ca sa Pagesa; también allí hubo mucha sangre.

La severidad del castigo atemorizó a las fuerzas políticas y militares que dominaban la isla. Gran parte de ellas eran peninsulares y no se encontraban a gusto en Ibiza.

(…) Cerró oscurísima la noche porque la ciudad estaba sin luz y el miedo entornó los pocos ventanillos tras lo que ardía una vela parpadeaba algún viejo quinqué. Había empezado el éxodo de gentes hacia el campo, empujadas por el terror. Por indicación de mi familia fui a casa de nuestro amigo y vecino Mariano Riquer para consultarle antes de decidir.

Lo encontré en el gran salón de su casa, disponiendo la marcha. Era yo muy joven y me ordenó el abandono de la ciudad con paternal energía: - No em preguntes res, però sortiu de ca vostra sense perdre un minut. Sortiu-ne immediatament! Comprendí la gravedad de la hora y corrí a mi casa.

(…) Y al otro día, al despertar, supimos que cerca de doscientos detenidos políticos en el Castillo de Ibiza habían sido ametrallados en una sala. Algunos consiguieron fugarse (…). Con todo, dejaron en el Castillo la vida, en pocos minutos, más de cien hombres» (Fajarnés, 1995, 155-157).


  •  Memoria de la melancolía,publicado en primera edición en 1977 por Laia, es una obra de María Teresa León en la que ofrece un testimonio y reflexión sobre los hechos históricos que vivió en primera persona. En esta obra, León pone atención en los cambios que acompañaron a la República y el peso que logró la cultura. También hace referencias al golpe de estado y al inicio de la guerra, circunstancias que vivió en Ibiza, donde se encontraba de viaje junto con el también escritor Rafael Alberti. La Editorial Castalia hizo una nueva edición el 1998.

     «Los tiempos españoles estaban inseguros. (…) La guardia civil caminera, que ya había fusilado a Federico, nos obligó a dejar la puerta entornada y las alcándaras vacías en nuestro molino. (…) Nos despertábamos muchas noches asombrados de que únicamente llamase a nuestra puerta la aurora. Pero la guardia civil eligió una mañana de sol esplendoroso. (…) Nosotros ya no entramos más en la casa. ¡Adiós las adelfas del pozo y los escalones que llevaban nuestros pies descalzos hasta la curva pequeña del agua tornasolada de erizos e ictinias! ¡Adiós almendros, algarrobos gigantes, higueras centenarias! ¡Ya apenas si regresaríamos unos momentos para no volver a verte, molin del Socarrat, estación hacia el cielo, horas sin nubes, amos de perfección! Cuando Pau se hizo cargo de nosotros en la playa, ya la orden de nuestro fusilamiento estaba tal vez decidida, pero ángeles contrabandistas cuidarían de nosotros. El monte, como en las representaciones shakesperianas, estaba lleno de proscritos. Al anochecer, nos sentábamos a ver ensombrecerse la torre de la Salrossa (…). Durante veinte días vivimos en el monte.» (León, 1998, 268-280).

  •  Memorias de la guerra y del exilio (memorias de mí infancia en Ibiza durante la guerra civil y del exilio posterior) es un texto autobiográfico de Fernando Bertazioli Riquer escrito en 1996 y publicado por Mediterrània Eivissa. La guerra estalló cuando Bertazioli era pequeño y junto con su familia se exilió en Francia, donde se formó como aparejador. Ya adulto, volvió a Ibiza. Su testimonio también se encuentra disponible en varios audiovisuales. En sus memorias narra el momento de partida de Ibiza, cuando sólo tenía diez años, de la siguiente manera:

«El día 16 de septiembre, al anochecer, había dos motoveleros en el Puerto de Ibiza. Eran el “Cala Marsal” y el “Antonio Matutes” que habían llegado de la Península poco antes, para embarcar a los últimos republicanos que pudiesen hacerlo. Unas horas antes, había hecho también su entrada en el Puerto el destructor italiano “Explorador Niccolo Zeno”, procedente de Palma, a bordo del cual liba el italiano Arconovaldo Bonacorsi, más conocido como el Conde Rossi y de quien hablaré más adelante.

En los citados motoveleros, llenos hasta los topes, en bodega y en cubierta, salimos rumbo a Valencia. Sin luces. Sin poder fumar los Hombres para que nuestra presencia no fuese descubierta por un barco al que oímos claramente y que, al parecer, nos andaba buscando. Durante una hora el patrón paró el motor.

(...) Nada más llegar a Valencia, mi padre partió inmediatamente a Madrid junto con el capitán Bayo, con vistes a obtener armamento para la defensa de Ibiza.

(...) La pérdida de las Baleares, o mejor dicho, la dominación de la isla de Mallorca por los nacionales, fue catastrófica para los republicanos puesto que a partir de ese momento se encontraron que tenían un inmenso “portaviones” enemigo anclado frente a sus costas.» (Bertazioli, 1996, 34-35)

Sobre su regreso a Ibiza a la edad de 41 años, Bertazioli relata:

 «Para poder regresar a Ibiza tenía antes que regularizar mi situación. Yo no había hecho el servicio militar y por ello constaba como prófugo. No sé si fue por la edad (tenía entonces 41 años) o por quien se ocupó de este tema, el hecho es que este asunto se solucionó.

(…) Pero la vergüenza no acaba aquí. Cuando salí de España yo tenía 12 años y 5 meses; pues bien, tuve que firmar entre otras barbaridades que no había violado a ninguna monja, que no había formado parte de ningún pelotón de ejecución, que no había quemado ninguna iglesia, que, que…y así unas quince o veinte preguntas.

(…) Cuando llegué a Ibiza, ante la belleza que se descubría al girar el barco delante del faro de Botafoch, (actualmente algunas construcciones nuevas han disminuido parte del encanto), con la contemplación de las tranquilas aguas del puerto donde se reflejaban las casa de la Marina y Dalt Vila, no pudo contener mi emoción. Habían pasado 11.219 días, 11.219 noches, 11.219 eternidades desde que, con un motovelero, el 16 de septiembre de 1936, habíamos abandonado Ibiza.

En seguida que pude recuperar nuestra casa familiar, ocupada entonces por una señora extranjera que por no dejarla se quería casar conmigo, realicé las reparaciones esenciales y vinieron a Ibiza dos de mis tres hijos y mi madre.

Con anterioridad, había hecho traer de Francia los muebles que tenía almacenados en un guarda-muebles desde el momento en que enfermé A éstos añadimos algunos enseres que estaban en la casa de mi tía María y que se habían salvado del saqueo que sufrió nuestra casa durante la Guerra Civil. Pero pocas fueron las cosas que pudieron ser rescatas de nuestra casa familiar de Dalt Vila (…) ya que cuando desembarcaron las tropas nacionales, el 20 de septiembre de 1936, al mando del Conde Rossi, éste, además de ordenar numerosas ejecuciones de republicanos ibicencos, al enterarse de que mi padre, hijo de italiano, era uno de los republicanos más destacados, ordenó el saque inmediato de nuestros bienes.

Ya en la década de los ochenta un joven ibicenco, aficionado a la historia, encontró en el Archivo Municipal de Ibiza numerosa documentación, que tengo fotocopiada, en la que se puede leer entre otras cosas que mi abuelo materno, Juan Riquer Román, fue denunciado por haber sustraído muebles de nuestra casa y haberlos trasladado a la suya para salvarlos del saqueo; al estar nuestra casa incautada, para las autoridades judiciales franquista, lo que mi abuelo hacía al Estado era un rodo. Fue denunciado por una vecina, cuyo nombre figura en dichos documentos, al igual que el de los dos hombres que con la ayuda de un carro hacían el traslado. Pero al ser mis abuelos maternos muy monárquicos y mi tía María de la Falange (más tarde sería Delegada de la Sección Femenina), al cabo de unos seis meses, después de varias comparecencias de mis abuelos y de diferentes testigos, el caso quedo archivado» (Bertazioli, 1996, 100-101).


  •  Un muchacho ibicenco a la guerra civil, (Editorial Mediterrània Eivissa, 2007) es el resultado del testimonio y vivencias de Rafel Tur Costa, nacido en 1927 en Santa Eulària des Riu y reconocido pintor en el panorama local e internacional. Murió en 2020. En esta obra explica, desde su perspectiva y recuerdos de niñez, la vida cotidiana (escuela…), aspectos como el caciquismo, y cómo vivió el desarrollo de la guerra, incidiendo en la llegada de las tropas de Bayo, el asesinato de su padre y de su abuelo por parte de los rebeldes y la forma en que la familia ¾con especial referencia a los hermanos¾ se adaptó a la situación. Ya como hombre adulto, investigó los hechos sufridos por la familia.

     «Mon pare sempre va ser una persona de caràcter obert i alegre, però d’algun temps ençà es mostrava apesarat. Converses furtives amb ma mare i la seua cara desencaixada feien sospitar que alguna cosa greu estava passant al seu interior. Naturalment, als meus set o vuit anys que jo devia tenir aleshores, no era conscient del que estava succeint. Només anys després, quan vaig començar a interessar-me per les causes del seu assassinat i de quines persones en fores responsables, ma mare i els meus germans em posaren al corrent de tot el que havia esdevingut. (...) Vaig saber que les causes de la preocupació i l’angúnia que mostrava el meu pare poc abans de l’esclat de la guerra civil, eren les pressions i amenaces a què era sotmès per part d’aquests empresaris, que li exigien, descaradament, que, com a secretari de l’Ajuntament, influís en els plens del consistori per tal que els fossin adjudicades, sense cap concurs públic previ, les obres de la carretera de cala Llonga i altres projectes de gran importància econòmica, a canvi de regals substanciosos, que mon pare no acceptà mai.

    L’encarregat de transmetre al meu pare allò que, al principi, eren subtil ofertes de suborn, però que arribaren a transformar-se en autèntiques amenaces de mort, era un mossènyer del poble conegut popularment com a “Cara de Cavall”, amic íntim dels cacics esmentats» (Tur, 2007, 34-35).

    «En arribar al cementiri, la foscor de la nit era intensa. En Serrano va demanar a en Canals que dirigís la llum dels fars del vehicle cap a l’interior del cementiri. La porta estava oberta de bat a bat, així que l’escena va quedar perfectament il·luminada. En Canals va poder veure, amb claredat, com mon pare era conduït pels dos ajudants dels botxí cap a l’interior del cementiri; va veure com el col·locaven, tibat, a pocs metres de l’entrada, veié com mon pare aixecava el cap, sense cap bena als ulls, i s’aborronava; va veure com en Serrano li apuntava i li disparava un sol tret a la templa, i el meu pare es desplomava sobre un munt de terra mullada, al costat de fossa, ferit de mort.

    Mon pare fou enterrat aquella mateixa nit. En Balbino, l’enterrador, el diposità al fons de la fossa, sense taüt, i el cobrí de terra. Així havien d’actuar els enterradors, nit rere nit, durant els llargs mesos que duraren els afusellaments. Aquesta era l’ordre que estaven obligats a complir sense remissió. Si els afusellament eren en grup, cosa que passava sovent, eren enterrats en una fossa comuna. Al meu avi, l’enterraren amb dos més, assassinats el mateix dia i a la mateixa hora. Mai no poguérem recuperar el seu cos per tal de donar-li una sepultura digna» (Tur, 2007, 61).

  • No eren blaves ni verdes les muntanyes son las memorias de Josep Muntaner Cerdà, pollencí de tendencias anarquistas. En su obra relata de manera breve su niñez, marcada por la influencia de la Iglesia, para dar al estallido de la Guerra Civil y su fuga de Pollença. Una vez detenido, pasó años en varias prisiones de Mallorca (el barco Jaume I, Can Mir, la prisión provincial), donde malvivió, destacando el hambre y las enfermedades sufridas. En 1941 consiguió la libertad provisional, a pesar de haber sido condenado a treinta años de prisión, y consiguió rehacer su vida. Las memorias fueron publicadas por primera vez en 1988 en una autoedición titulada No eren blaves ni verdes les muntanyes. Petita Història. El 2006 se hizo una nueva edición a cargo de El Gall Editor, con prólogo de Pere Salas. A continuación recogemos una selección de fragmentos extraídos de la segunda edición (pp. 42-48) donde el autor habla de su estancia en el Jaume I, a Can Mir y en la prisión provincial, narrando las condiciones de vida de los prisioneros:

«Com que era el mes d’agost, el sol encalentia tan fort les planxes de ferro del vaixell que no s’hi podien arrambar perquè flamejaven. Hagueren de muntar unes grans xemeneies de lona per renovella l’aire de dins. (... ) Dins aquells magatzem d’homes suats fou on vaig escriure els meus primers versos: una cançó rimada amb els gemecs d’un pres, que vaig adaptar a la música de “Los Campanilleros”. Els primers dies d’estar pres manava la guàrdia el tinent d’Infanteria Fulgencio Rosselló Coll. (...) Mentre durà la meva estada al vaixell hagueren d’habilitar dues bodegues més, que s’ompliren de seguida. Al voltant de l’embarcació hi fondejaren tres avions prefabricats de fusta. L’aviació republicana els bombardejà durant alguns dies, i com que les bombes queien just arran de nosaltres la nau feia estrebades fortes. A la fi, una nit de mitjan setembre fórem transportats amb autocars al magatzem de Can Mir, que havien habilitat com a presó d’urgència. Avui hi ha el cinema Sala Augusta. Pel trespol hi havia escampat un gruix d’arena fina. Sense manta, ni llençol, ni palla, així ens deixaren. Encara que l’espai era gran, no ens torbaríem gaire a omplir-lo de gom a gom, fins al punt d’ultrapassar la xifra de mil detinguts. N’hi havia de ciutat, de tots els pobles de l’illa, i més endavant en dugueren un centenar d’Eivissa i Formentera. (...) L’aliment era tan pèssim que dubt que molts de cans o porcs ho haguessin volgut tastar. Consistia en una cullerotada de moniatos bullits, sense pelar, ni tan sols rentar. Dins el gran calderó en què ens ho servien, en el fons hi havia un dit de terra. Els primers dies ens resistíem a admetre tal engodinat, però la fam (no la gana) ja havia fet acte de presència.

(...) Una llarga filera de mil presos demacrats s’acaramullava per recollir la seva ració de cataplasma. Passada la temporada dels moniatos vingueren els ciurons mal cuitors i plens de corcs, i les llenties sense rentar, i d’això i tot no cregueu que en tocàs més per cap que una petita ració. A la cullerotada del migdia i a la del vespre se n’hi afegia una de llet aigualosa que ens servien a les vuit del matí: això sí, era ben calenta. També ens donaven cada dia un petit pa, que qualque vegada era blanc com una galleta però que en general era negre i ple de croixidons. En aquell temps batien a l’era i si no rentaven el blat abans de moldre’l tenia pols i macolins. És important remarcar que aquest mal tracte que en donaven quant al menjar, ja començà durant el primer any de la guerra civil, quan a Mallorca els queviures per l’abundància que hi havia tenien un preu molt escàs.

Els primers dies de viure en aquell magatzem arribaren més de cent detinguts de Pollença. Encara que haguessin passat més de quaranta dies els vaig poder mostrar els cops negres que les baules de la cadena m’havien deixat als canells. Per ells vaig saber que també havien detingut mon pare, i que més tard l’havien alliberat, no sense abans haver-li fet ingerir mig litre d’oli de ricí. També vaig saber que el meu germà Biel es trobava pres al far d’Illetes: havia estat acusat per escrit i amb signatura, per la nostra padrina materna, per haver parlat mal de l’exèrcit.

(...) Un horabaixa, juntament amb una vintena més de companys, em portaren a la presó provincial. El canvi tingué les seves coses bones i les dolentes: si bé mentre era de dia podíem passejar per un pati empedrat, prendre el sol i respirar aire pur, les nits les havíem de passar tancats dins una cel·la que era per quatre persones i a la qual en ficaven fins a vint (...). Vora la porta, de ferro, hi posaven una espècia de caduf de test, la “moixina”. Allà dins durant dotze hores hi havíem de depositar les nostres necessitats, i encara que aguantéssim el que podíem, a la matinada aquell test vessava per dalt. El darrera ingressat a la cel·la tenia el seu lloc a tan sols un pam de la moixina (...).

Els dematins, després que el qui estava de torn hagués netejat la moixina, havíem de formar al pati i cantar els tres himnes: “Cara al Sol”, “Por Dios, la Patria i el Rey” i el “Nacional”. Després ens donaven la cullerotada de llet aigualosa».

  •  Memoria de Mallorca, 1936 (El Corte, 1990), Cómo viví la represión franquista en Mallorca (1939-1975) (Lleonard Muntaner editor, 2000) y Memoria de la guerra civil en Mallorca (1936-1939) (Lleonard Muntaner editor, 2003) son obras de testimonio escritas por Josep Pons Bestard. El autor explica sus vivencias en los momentos previos al inicio de la guerra, durante ésta y su encarcelamiento en varios campos de encarcelamiento y de trabajo en Mallorca. La violencia, el miedo y la represión que asolaron la población se reflejan en las memorias de Pons Bestard.

  • Mí desembarco en Mallorca es posiblemente uno de los títulos más conocidos en cuanto a las historias de vida. Alberto Bayo Giroud, el capitán Bayo, narra y defiende en estas memorias, escritas el 1944 en México, sus operaciones militares en el contexto de la Guerra Civil en las Illes Balears, y realiza una reflexión general sobre la situación del ejército republicano. Se han realizado varias ediciones con estudios introductorios, firmados por Gregori Mir o Manuela Aroca (Miquel Font Editor, 2010).

  • Crònica d’un presoner mallorquí als camps de concentració (1936-1942) (El Tall, 1991) es una obra de Gabriel Riera Sorell, nacido en una familia progresista y herrero de profesión. Pasó su juventud en Ses Cadenes, donde se afilió a las Juventudes Socialistas. Poco después del golpe de estado fue encarcelado en Can Mir y posteriormente pasó por varios campos de concentración en toda la isla, para ser trasladado después a prisiones de Andalucía y del norte de África. El 2021 la editorial Lleonard Muntaner publicó una nueva edición de la obra, revisada y aumentada, y de homenaje a Riera Sorell, que murió en febrero de 2022, un día antes de la presentación oficial del libro reeditado. Cuando se proclamó la República Gabriel Riera era un niño, y recuerda el día de la siguiente manera:

«Començaré amb l’adveniment de la República: en aquell temps jo tenia 12 anys i vivíem a Sóller. El dia que hissaren la bandera republicana a l’Ajuntament, semblava un dia de festa. Hi havia molta gent que cantava i reia. Jo havia acudit allà amb mon pare i vaig notar que a prop de nosaltres hi havia un home que plorava, em vaig estranyar i li vaig demanar a mon pare per què ho feia, ja que tots el qui eren allà estaven molt contents. Mon pare em contestà que ploraven d’alegria» (Riera, 2021, 39).

El lector, siguiendo el hilo de sus memorias, seguirá su periplo como presidiario, lleno de miserias humanas e injusticias, que llevaron al protagonista a una fuga, que a pesar de todo, no le valió la libertad:

«A Tetuan ens posaren a treballar a l’aeroport de la ciutat. Un dia em vaig sentir picor al cos, em vaig llevar la camisa i vaig trobar tres polls, em va fer tant d’oi! Eren els primers que v eia en la meva vida. En aquell mateix moment va ser quan vaig decidir fugar-me del camp de concentració.

Jo tenia por de fugir sol, així que vaig decidir cercar alguns companys i aviat els vaig trobar. (...) l’horabaixa del primer dia de fuga va començar a ploure, fet que a nosaltres ens afavoria, ja que no hi havia gent pel camp.

(...) L’endemà la pluja continuà caient i ens tudà tot el pa que dúiem , així que ens quedàrem sense més subministrament que uns quants pots de llet condensada i un parell de llaunes de sardines. Ja podeu pensar la fam que teníem quatre joves que el qui més tenir eren vint-i-cinc anys. (...) Al tercer dia trobàrem un barranc amb molts d’arbres ple de moneies. N’intentàrem agafar qualcuna i segurament ens l’hauríem menjada, però dins el seu medi va ser impossible. Eren més llestes que nosaltres. L’endemà trobàrem un garrover silvestre que tenia garroves i ens n’ompliren les motxilles, fet que ens va salvar la situació del menjar. Pensàvem que la frontera ja no podia ser molt lluny.

Encara que ja passava el temps que havíem previst mai no vàrem estar desanimats, Teníem fe que passaríem. Ja dúiem quatre dies fugats i encara no ens havien agafat.

(...) Un cop capturats ens dugueren a la casa del germà del Califa de Tetuán, on ens escorcollaren per mirar si dúiem armes.

(...) Ens dugueren a una presó o calabós d’Alcazarquivir, sempre caminant.

(...) En el meu procés vaig tenir per desgràcia que em tocàs de jutge un oficial que era partidari que ens afusellessin sense consell de guerra per escalivar tots aquells que tinguessin la intenció de fugar-se dels camps de concentració» (Riera, 2021, 62-66).

  • Memòria a les presons de la guerra civil a Mallorca (Miquel Font editor, 2004) es el legado vivencial del alemán Heinz Kraschutzki. De formación militar y activo en la Primera Guerra Mundial, Kraschutzki llegó con el tiempo a ser un referente pacifista. Autor en varias cabeceras alemanas, se refugió del régimen de Hitler estableciéndose en Mallorca. Fue encarcelado por la dictadura franquista y durante casi una década fue destinado a varias prisiones del conjunto del Estado español. A título de ejemplo, en el Castillo de Bellver pasó seis meses, y en Can Mir un total de diecinueve. En sus memorias también incluye referencias a los momentos previos al golpe de estado y a la vida cotidiana.

 

  • Doña Pepita. Memorias de una maestra republicana represaliada en Felanitx durante la guerra civil es el título de las memorias que Josefa García Martínez publicó en 2014 (Lleonard Muntaner Editor). Nacida en Castilla-la Mancha, se trasladó a Mallorca cuando a su pareja, Joan Pla Balbastre, lo destinaron como profesor en Felanitx. Ella pronto empezó a trabajar como maestra en Cas Concos, y establecieron amistad con figuras progresistas del pueblo como Pere Oliver i Domenge. Josefa y su pareja iban a mítines de Esquerra Republicana Balear de Felanitx hasta que el golpe de estado trastornó sus vidas. Su pareja pasó por varias prisiones y campos y ambos fueron depurados del cuerpo docente. A pesar de que las memorias presentan algunos errores, señaladas por Josep Massot i Muntaner en el prólogo, hay que poner en valor la singularidad de unas memorias en clave de género. Recuerda con estas palabras cómo superaron algunas de las dificultades derivadas de la guerra:

« Como yo veía y Juan también me lo decía que la cosa sería larga y dura, empecé a trabajar de firme haciendo jerséis, bufandas y guantes, pero llegó un momento en que se terminaron en toda la isla las lanas de fábrica de Hilados, entonces aprendí a hilar con rueca y uso como en la antigüedad, me traían lana en vellones, y yo la hilaba y teñía del color que me decían.

Vi enseguida que también se terminarían los “Tintes Iberia” y compré todos los que había en las tiendas de Felanitx, Campos, Llucmajor y Porreras, de los colores azul marino, negro y marrón, iba a comprármelos un sobrino de Maria Capitana, en bicicleta.

Así fue como pude comprar comida para mí y para Juan a quien mandaba todas las emanas con la ropa limpia, un bote de leche condensada, galletas de Inca y panecillos, al principio le mandaba también tabaco, pero ya en los Baños, me dijo que no le mandase más, dejó de fumar, sé cierto que para que yo no gastase dinero» (García, 2014, 66).


  •  Cuatro meses de barbarie. Mallorca bajo el terror fascista (El Moixet demagog, 2009) es el relato del anarquista sevillano Manuel Pérez, que se encontraba en Mallorca al inicio del golpe de estado y de la Guerra Civil. A pesar de que aporta algunos datos que se podrían cuestionar, como la cifra de fusilados, su relato recorre múltiples perspectivas de la represión: la incautación de bienes, los encarcelamientos y los asesinatos, el hambre, la figura del Conde Rossi o la no intervención de Francia e Inglaterra son algunos de los temas que trata el autor.

 

  • Alexandre Jaume Rosselló, intelectual, político socialista y diputado a Cortes entre 1931 y 1933, nos ha legado obras de referencia para el estudio. Impresiones de un constituyente, publicado en 1933 y reeditado en 2011 (Lleonard Muntaner editor) con un estudio introductorio, es la crónica de su trabajo como diputado; esta obra nos permite aproximarnos al Estado republicano que se configuró a partir de 1931, a algunos de sus protagonistas políticos y los principales debates y cambios, como el sufragio femenino, el divorcio…

     En referencia a la cesión del bosque y del Castillo de Bellver a la ciudad de Palma, Alexandre Jaume dice:

     « Ha sido necesario el advenimiento de la República para traducir en realidad la consecución del bosque y castillo de Bellver, que era una de las aspiraciones más legítimas y más fundadas de la ciudad de Palma. (…) Espero ese bosque y el castillo sentado en la cumbre del cerro era detentado por la corona y los habitantes de Palma no podríamos saturar nuestros pulmones con el perfume de aquellos pinos ni disfrutar de aquel incomparable panorama. Cierto es que un mallorquín ilustre, don Antonio Maura, consiguió arrancar a la realeza cierto derecho de disfrute. Pero esa concesión, con bastantes trabas y limitaciones, no satisfizo plenamente los deseos de Palma no permitió la construcción de amplias y cómodas avenidas que unieran directamente la ciudad y el bosque. La generosidad del actual ministro de Hacienda ha llenado de júbilo el alma de los mallorquines, y especialmente, la de los diputados encargados de gestionar la concesión. (…) Hoy me cabe señalar también la grata coincidencia de que el ministro que en nombre del Gobierno ha hecho entrega a la ciudad de Palma de ese bosque (…) haya sido (…) el señor Nicolau d’Olwer, y que además ese ministro sea catalán, es decir, hermano de raza, de historia y de lengua.» (2011, 60-61).

    En referencia a la separación entre Iglesia y Estado, el diputado escribió:

     « Separada la Iglesia del Estado, nuestra patria habrá perdido su estructuración medieval y teocrática para ocupar uno de los puestos en el concierto de los pueblos civilizados. He aquí como el Gobierno de la República, sin programas jactanciosos ni promesas engañadoras, va realizando, serenamente, su gran obra civilista, reintegrando al poder civil todos los atributos de su soberanía y destruyendo definitivamente los obstáculos que tradicionalmente secuestraban, durante la monarquía, la voluntad nacional. (…) Desde ahora todos los ciudadanos españoles seremos iguales. No habrá ya castas ni categorías que enaltezcan a unos ciudadanos y depriman a otros por razón de sus ideas religiosas» (2011, 114-115).

    La evolución histórica hizo que Alexandre Jaume, antes de ser fusilado, fuera encarcelado algunos meses, pasando por la prisión provincial, el Castell de Bellver y el Hospital Provincial, etapa de la que nos legó Mí Calvario. Se trata de un conjunto de apuntes personales que nunca fueron publicados como obra, hasta que en 2011 con Escrits des de la presó (1936-1937) se hizo una recopilación y un estudio introductorio, también a cargo de Lleonard Muntaner editor.

    Nacido en Montevideo, quien fue primer diputado socialista por Baleares escribió su última carta a su esposa e hijos a las dos de la madrugada del 24 de febrero de 1937. El texto ha sido recogido en varias obras y ha sido también recogido en Escrits des de la presó (1936-1937) (Lleonard Muntaner editor, 2011, 54-55):

     «Queridísima esposa e hijos: Mis presentimientos de esta tarde se han cumplido; estoy en la cárcel esperando el último momento de mi vida. Desde este instante mi nombre queda incorporado a la historia de Mallorca. Ello ha de serviros de consuelo y mitigar vuestro dolor. Muero como sabéis completamente inocente, se me mata por mis ideas y acepto serenamente este papel que me ha señalado mi destino Cuando leas estas líneas habrá terminado este calvario doloroso que estoy viviendo desde el 19 de julio. Estoy completamente tranquilo, con la tranquilidad que me da la limpieza de mi consciencia. Conserva, Isabel mía, siempre vivo mi recuerdo, pero arranca el dolor de tu corazón, te debes a tus hijos y has de vivir para ellos y no tienes derecho a amargarles la vida. Luís y Andrés me han prometido que se cuidarán de vosotros; di a Ignacio y a Juan que no desamparen a mis hijos, es un deber de ellos que espero cumplirán gustosos. Te repito que estés tranquila, que voy a la muerte serenamente, sin ningún desfallecimiento. Muero recordando a todos mis hermanos y enviándote a ti y a mis hijos millones de besos y abrazos. Hubiera querido pasar contigo estas horas postreras, pero he querido evitarte el tremendo dolor de una despedida tan triste. No me olvidéis pero no sufráis. Millones de besos y abrazos de Alejandro».

  • Pere Juan Borràs, zapatero alaroner nacido en 1909, militó desde joven en varias formaciones políticas y obreras de izquierdas. Durante la Guerra Civil participó junto a la República, hecho que lo llevó a ser encarcelado. Una vez absuelto de auxilio a la rebelión se implicó en una célula antifranquista durante los años cuarenta, y durante la transición se implicó en la refundación del PSOE. Nos legó unas memorias que fueron editadas, con un estudio introductorio de Marçal Isern y bajo el título Un idealista en temps de guerra i dictadura. Memòries (1927-1976) (Lleonard Muntaner, 2016).

 

  •  Miquel Rosselló del Rosales autor de De la foscor a l’esperança. Memòries d’un estudiant antifranquista (Documenta Balear, 2011). En esta obra el autor nos sitúa en sus años de estudiante de Ciencias Económicas, momento en que participó en las reivindicaciones y acciones antifranquistas desarrolladas en la Universitat de Barcelona entre 1968 y 1973. El texto narra la represión que sufrió, llegando a estar encarcelado. En Barcelona fue militante del PSUC y al volver a la isla se incorporó al Partido Comunista de Mallorca. La obra representa una denuncia a la violencia ejercida por la dictadura hasta el final de su existencia, y como sufrió este hecho en primera persona. Rosselló del Rosal también es autor de Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia. Memòries (Lleonard Muntaner Editor, 2021), centrada cronológicamente entre el atentado de Carrero Blanco en 1973 y las elecciones de junio de 1977 y geográficamente en la isla de Mallorca. Este volumen es una herramienta para profundizar en las movilizaciones sociales y políticas de finales de la dictadura y el inicio de la transición, permitiendo al lector adentrarse en la defensa y lucha por la democracia a nivel local. Rosselló expone así su compromiso y activismo desde la perspectiva como militante comunista. A diferencia de otras memorias recogidas en estas páginas, estas obras nos ofrecen una perspectiva vinculada a la memoria del antifranquismo en una cronología avanzada, y que no estuvo exenta de virulencia, torturas y censura, entre otras formas de represión.

 

  • Joan Rigo Bonet es autor de varias publicaciones sobre Cabrera durante la Guerra Civil. Els de Cabrera (1936-1946). La guerra civil a l’illa de Cabrera i la Causa 1029/36 (Documenta Balear, 2020) o Jeroni de Cabrera, la vida en una maleta (2015), nos exponen la manera en que el golpe de estado y la guerra trastornaron la vida en la pequeña isla de Cabrera. Las obras de Joan Rigo, además de la búsqueda en archivos, cuentan con las transcripciones de los recuerdos de Jeroni Bonet Barceló, tío del autor y víctima de los presidios y los trabajos forzados de la dictadura.

 

  • Michel Llompart Ballester ha dado forma escrita a las memorias de su padre, Joan Llompart Garau, emigrante a Francia que ostentaba un negocio de víveres y en el contexto de la Segunda Guerra Mundial colaboró con la resistencia, hasta que fue detenido y llevado al campo de Buchenwald, de donde pudo ser liberado. La obra L’infern d’en Joan de can Puig. Un mallorquí als camps de concentració nazis (Nova Editorial Moll, 2023) es un ejemplo del horror y también una muestra de supervivencia, solidaridad y esperanza.

El filólogo Joan F. López Casasnovas nos ofrece una relación de varias publicaciones de menorquines que con la llegada de la democracia dieron forma escrita a sus vivencias y recuerdos. Siguiendo el hilo de las páginas anteriores, querríamos realizar una compilación de los títulos y su autoría:

  • Genoveva Pons Roger, maestra republicana nacida en Ferreries y exiliada en Colombia, es autora de Tres años de antaño, de 1984, obra resultante del diario que escribió entre julio de 1939 y septiembre de 1942, mientras estuvo encarcelada.

  • Deseado Mercadal Bagur es autor de varios títulos donde deja testigo de sus experiencias y memorias vinculadas a la guerra y la dictadura, como Yo estuve en Kenadza: nueve años de exilio, de 1983 y La Guerra Civil en Menorca 1936-1939. Relato histórico de un testigo, de 1994. Desde su niñez estudió música y con dieciocho años entró en la Agrupación Socialista de Maó y en la Federación Obrera de Menorca (UGT), organizaciones donde tuvo cargos de dirección. También fue redactor y director del semana Justicia Social y es autor de libros y textos en prensa. Así mismo, ha sido autor de numerosas composiciones sonoras y ha sido director de varias entidades musicales. Entre muchos aspectos, en La Guerra Civil en Menorca 1936-1939. Relato histórico de un testigo explica el momento en que se embarcó hacia el exilio:

« Alrededor de las tres y media de la madrugada del 9 de febrero de 1939 me hallaba en el sótano de mi casa, sita en el número 69 de la calle de Pi y Margall (ahora Camí des Castell) vestido y echado sobre una improvisada cama junto a mi esposa e hijo, al que faltaban pocos días para cumplir un año. En dicho sótano dormían también otros vecinos.

Tras el intenso bombardeo sufrido aquella tarde, coches y más coches cruzaban aquella noche la calle en dirección a Villacarlos y otros viniendo de dicha población. (…)

Como puede suponerse, tras echarme sobre la cama después de una frugal cena, no intenté conciliar el sueño. (…) Por fin, sobre las tres y media abandoné, haciendo el menor ruido posible el sótano diciendo a mi esposa que no se preocupara pues volvería muy pronto.

Al situarme sobre el quicio de la puerta, apareció poco después una sombra en la casa de enfrente. Era mi buen amigo y compañero socialista Miguel Gelabert, quien también, y lógicamente, estaba intranquilo.

(…) Decidimos entonces ir a Comandancia Militar. Se transitaba difícilmente por las calles llenas de cascotes e hilos eléctricos desprendidos a causa del bombardeo. Un subalterno al que no conocimos nos salió al paso en la puerta y debió reconocernos pues nos dijo: ¿Pero están todavía ustedes por aquí? Todos sus amigos se hallan en el barco inglés. La isla está rendida, márchense, no sé si llegarán a tiempo, porque posiblemente el buque habrá zarpado.

¿Sabe si hay algún otro medio para poder marchar? Le preguntamos. Creo que hay un velero que va a salir también en el muelle de Poniente, pero corran no pierdan un segundo, contestó.

Lo más rápido habría sido bajar por la contigua Cuesta del General, pero no podíamos abandonar a nuestras familias.

(…) Llegados a casa, advertimos a nuestros familiares. Mi esposa y yo subimos al piso, arropamos convenientemente al pequeño y tras coger nuestros abrigos, di a un vecino la llave de mi casa para que la entregara a la familia de mi esposa, pues mi madre, mi hermano menor y mi hermana con su hijo que vivían en domicilios muy cercanos quisieron venir con nosotros.

(…) Por el camino se unieron a la comitiva bastantes personas, algunas de ellas llevando sólo el pijama y un abrigo encima. Por fortuna, el velero Carmen Picó se hallaba aún en el muelle frente a la fábrica de harinas del señor Bosch. El hecho de no haber a bordo suficiente combustible para emprender un largo viaje había hecho demorar la salida. Todos los hombres acompañamos a los tripulantes hasta la puerta del depósito de CAMPSA próximo a aquel lugar y una vez abierta la puerta, empujamos cada dos un barril de gasolina. Tan pronto éstos fueron subidos a bordo, el patrón ordenó quitar la plancha y zarpar sin perder un segundo. Momentos angustiosos aquellos en que fue imposible hacer caso de los gritos y señas que infinidad de personas nos hacían, mientras bajaban a marchas forzadas la cuesta que conducía al muelle con el propósito de marchar también hacia el exilio.

Al hallarse la pequeña nave frente a la Base Naval, fueron disparadas contra nosotros unas ráfagas de ametralladora que afortunadamente no hirieron a nadie». (Mercadal, 1994, 260-263).

Así, iniciado el camino del exilio, el destino de Deseado Mercadal y tantos otros menorquines pasó por los campos de concentración franceses. Nos lo narra de la siguiente manera:

 « Nuestro viaje había sido feliz y realizado con un mar en calma. Tras unas treinta horas de navegación, entramos sobre las once de la mañana del día 10 de febrero en la bahía argelina. Quedamos retenidos a bordo, custodiados por una pareja de guardias que se turnaban. Personal de Sanidad Marítima procedió a vacunarnos. Se nos envió comida suficiente y se permitió que la colonia menorquina y ciertas entidades de Ayuda a la República Española nos enviaran Prendas de abrigo, útiles de aseo y otros objetos, pero se nos impidió que desembarcásemos en espera de recibir órdenes de París. El alcalde de Argel, Monsieur Rozis había manifestado, según pudimos leer en la prensa argelina llegaba a bordo, que no quería “rojos” en su ciudad.

Infructuosas resultaron las gestiones echar por parientes y amigos establecidos desde hacía muchos años en Argel para acogernos en sus domicilios e infructuosos fueron asimismo las peticiones de ciertas entidades demócratas para que pudiéramos quedarnos en aquella colonia. La “democrática” Francia no quería republicanos españoles en sus ciudades y pueblos. Y el muy “demócrata” Monsieur Daladier, presidente del Gobierno galo no hacía sino continuar la política iniciada por su antecesor, el “socialista” Leon Blum, adalid del funesto invento de la No Intervención, con lo que Francia dejó de hacer honor a su palabra y a su firma.

Así fue como los exiliados del Carmen Picó fuimos embarcados en el buque correo El Djezair que no llevaría a Port-Vendres, donde los hombres, separados previamente de las mujeres y niños, fuimos conducidos al arenal de Argelés-Sur-Mer al que llegamos siendo ya casi noche cerrada». (Mercadal, 1994, 265-266).


  •  Fernando Ferrer Quesada, histórico del anarquismo en Menorca, escribió Sobre la historia contemporánea, Menorca y el anarquismo, de 1980, y Aves de paso: relatos y cuentos del exilio, de 1988. Tuvo un papel activo en la CNT y se exilió a Francia.

 

  • Miguel Coll Gornés publicó Republicanos y rebeldes en 1992. Auxiliar de farmacia y periodista de formación, se afilió a la Juventud Socialista de Maó en 1934 y durante la guerra ocupó varios cargos de relieve vinculados a comunicación y sanidad. Tal como indica el diccionario biográfico de la Fundación Pablo Iglesias, Coll fue condenado a muerte, pena que le fue conmutada. Estuvo encarcelado en Maó, Barcelona, Lleida, Valencia y Sevilla.

 

  • La rendición de la isla de Menorca vista desde el exilio: 1939-1989, de Francesc Pons Seguí, fue publicada en 1994.

 

  • Las vicisitudes de un exiliado mahonés en Francia,de Miguel Triay Pascuchi, fue publicada en 1995. En esta obra narra sus experiencias, pero también incluye referencias otros compañeros de Menorca en el exilio. Miembro de las Juventudes Socialistas de Maó, durante la guerra se alistó como voluntario en el cuerpo de ingenieros y en febrero de 1939 marchó de Menorca a bordo del Devonshire. El historiador Josep Portezuela nos aproxima a su biografía en «La República de Miquel Triay», Es Diari (9 de octubre de 2015).

 

  •  Llorenç Vallori Coll publicó en 2001 Menorca 1939 ¿Liberación o rendición? Mí verdad, una obra de vivencias personales en la que reflexiona en torno el final de la guerra en la isla.

 

  • El 2002 Antoni Pons Melià publicaba Víctimes del silenci como recuerdo de las víctimas republicanas. A pesar de que no se trata de sus memorias —que escribió en forma de diario durante décadas—, esta obra también es fruto de sus vivencias, investigación y compromiso con la memoria histórica.

 

  • Bartomeu Pons Sintes publicó en 2003 La guerra civil y la represión de la posguerra: memorias de un preso político. Durante años el autor publicó un conjunto de artículos en el diario Menorca bajo los títulos genéricos Al hilo del recuerdo y Los años grises. La obra de 2003 incluye una recopilación de todos estos artículos, cincuenta y seis en total, una introducción bibliográfica, una biografía del autor y un índice toponímico y onomástico.

  • José Cardona Sintes publicó en 2004 El menorquí de la Beauce: itinerari d’una integració. Nacido en Sant Lluís y comprometido con los valores libertarios, se exilió cuando tenía veinte años. Cardona se estableció en Beauce, en el Loira —después de pasar por un campo de concentración—, donde trabajó de labrador y donde ejerció como alcalde durante más de veinte años.

 

  •  Episodios de la Menorca libertaria, del año 2005, es una obra del mahonés Florià Cardona Pons. Miembro de la CNT y activo en la prensa libertaria, fue encarcelado en el Castillo de Sant Felip y en el hospital de sangre. Fue liberado en noviembre de 1939, si bien la represión continuó posteriormente con más detenciones e interrogatorios. En este libro el autor nos acerca al movimiento obrero y anarcosindicalista entre la República y la guerra y nos sitúa algunas de las personas que fueron referentes del momento, como Joan Mir y Mir, Salvador Seguí (el Noi del Sucre) o Liberto Callejas. Una vez iniciada la transición, Florià Cardona intentó reorganizar la CNT en la isla con otros compañeros, y mostró su activismo a través de escritos en varios medios. De sus años de juventud, recuerda:

«(...) el nostre Ateneu Racionalista, sense deixar de ser-ho, vingué a actuar i a desenvolupar-se com a organització d les Joventuts Llibertàries, encara que no ens vam adherir formalment a la Federació Ibèrica de les Joventuts Llibertàries (FIJL. Sempre amb el noble propòsit d’ampliar les activitats en pro de la difusió dels ideals àcrates, e les reunions parlàvem d’editar un periòdic propi. Fins que, finalment férem el salt en el buit. Quan ara, passats ja més de seixanta anys, pensem en aquella decisió se’n treu la conclusió que ‘atreviment és actitud pròpia de la joventut, perquè sense gent, ni tan sols un company, versat en la matèria que pogués guiar-nos, publicar un periòdic, per modest que fos, significava comptar més amb la bona voluntat que amb el factor capacitat. I així materialitzàrem la idea: a partir de la fi de juny de 1934 apareixia quinzenalment Fructidor» (Cardona, 2505, 33-34).

«Quan recalà Liberto Callejas a Maó per passar una temporada de descans, ben aviat assumí de fe la direcció del periòdic i es convertí en setmanari. Home actiu, força capacitat, i amb molt d’anys d’experiència en el periodisme social, Callejas no volia ni podia estar mans plegades (...). Callejas en redactava l’editorial i altres treballs, corregia els nostres escrits de joves inexperts i també les proves a la mateixa impremta (...). El company Liberto Callejas fou un vertader mestre per aquells joves, ens aconsellava i ens corregia amb tota delicadesa, perquè no ens sentíssim ofesos» (Cardona, 2005, 37-38).

 
  • Nicolau M. Rubio y Tudurí, nacido en Maó, marchó a vivir de pequeño con su familia en Barcelona, donde se formó y trabajó como arquitecto y urbanista. Durante la Guerra Civil se exilió en París, donde escribió un diario personal entre 1940 y 1944 que ha dado lugar a la obra Llatins en servitud, Paris 1940-1944, publicada en 2006. También es autor de obras de arquitectura, viajes y literatura dramática y narrativa.

Relacionado con las historias de vida, también tenemos que tener presente lo proyecto Memorial de la Paraula: els testimonis prenen la paraula, formado por cartas escritas de los familiares a las víctimas y disponible en la plana web de la Direcció General de Memòria Democràtica. Se trata de textos que, desde una perspectiva personal, nos ayudan a recuperar identidades, exponen hechos y vivencias familiares, recuerdos y sentimientos hacia las víctimas del fascismo, dando forma escrita a años de silencio. Se trata de un proyecto abierto y en construcción.

 Enlace de acceso a las cartas: http://www.caib.es/sites/memoria/ca/memorial_de_la_paraula/;jsessionid=2C328B938A5620DB49AE 48C1A2E57D66

Novelas

El campo de la literatura es un vasto territorio en cuanto a la memoria histórica. Además de historias de vida, disponemos de un nutrido conjunto de obras literarias que, desde la ficción histórica o la memoria novelada, nos ayudan a situar unos hechos globales. Josep Massot i Muntaner, en Aspectes de la guerra civil a les Illes Balears (Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2002) analiza el eco que ha tenido la Guerra Civil como hecho histórico en la creación literaria. La obra de Massot i Muntaner constituye por sí misma una herramienta de consulta entre los docentes interesados en abordar la memoria democrática desde la perspectiva de la literatura, teniendo en cuenta autores como Blai Bonet, Baltasar Porcel, Miquel Àngel Riera, Miquel López-Crespí o Mayte Salord, entre molidos otros.

 

Si nos centramos en las Illes Balears, algunos de los títulos a tener presentes, por orden cronológico, son:

 

·         Bonet, Blai, El mar, 1956.

·         Porcel, Baltasar, Els escorpins, 1965.

·         Cortès, Gabriel, Pel camí del vent, 1968.

·         Capellà, Llorenç, El pallasso espanyat, 1972.

·         Riera, Miquel Àngel, Morir quan cal, 1974.

·         Mas Ferrà, Miquel, Massa temps amb els ulls tancats, 1976.

·         Mus, Antoni, Les denúncies, 1976.

·         Mus, Antoni, Les bubotes, 1978.

·         Riera, Miquel Àngel, L’endemà de mai, 1978.

·         Riera, Miquel Àngel, Panorama amb dona, 1983.

·         Aguiló Tarongí, Francesc, El cicló, 1984.

·         Ferrà i Martorell, Miquel, El misteri del Cant Z-506, 1985.

·         Pla, Joan, Morts de cara al sol, 1986.

·         Serra, Antoni, Carrer de l’Argenteria, 36, 1988.

·         Palau i Camps, Josep M., El sol surt del crepuscle, 1993.

·         Vergés, Oriol, Els cementiris sagnants de Mallorca, 1996.

·         Morey Servera, Pere, Mai no moriràs, Gilgamesh!, 1997.

·         López Crespí, Miquel, Estiu de foc. Dietari d’una miliciana, 1997.

·         Femenias, Llorenç, Cròniques malastres, 1999.

·         Rayó, Miquel, El camí del far, 2000.

·         López Crespí, Miquel, Núria i la glòria dels vençuts, 2000.

·         Ferrà i Martorell, Miquel, 10 llegendes de la Guerra Civil, 2001.

·         Femenias, Llorenç, El Judes blau, 2001.

·         Dalmau, Miquel, La noche del diablo, 2009.

·         Rosselló, Guillem, Tacats de sang, 2010.

·         Mestre, Bartomeu, El darrer manuscrit, 2010.

·         Salord, Mayte, L’alè de les cendres, 2014.

·         Martorell, Pere Joan, La memòria de l’oracle, 2018.

·         Riera Frau, Joan, La memòria esclava, 2020.