Lugares de la memoria

El concepto «lieux de mémoire» fue desarrollado por Pierre Nora en una tarea de renovación historiográfica desarrollada durante los años ochenta del siglo xx, y que si bien fue planteada por el caso francés, logró eco mundial.

Nora planteaba una relectura del discurso histórico oficial, reconociendo la irrupción de nuevos grupos que reclamaban su espacio en los discursos sobre el pasado y el presente; consideraba que la tarea del historiador es la de interpretar las diferentes memorias y reconstruir los hechos en profundidad, especialmente cuando se analiza la historia reciente.

El concepto «lugares de memoria» se podría dividir según Nora en tres ejes básicos: materiales, simbólicos y funcionales. Así, los lugares de memoria podrían hacer referencia a aspectos tan variados como monumentos, emblemas, archivos, símbolos, conmemoraciones, cementerios, testimonios orales o textos, entre otros. Se trata, en definitiva, de elementos que a través de formas diversas, como espacios, objetos o prácticas, favorecen el conocimiento de la memoria colectiva, de varios colectivos humanos.

Si nos centramos en el caso del Estado español, y en relación con la memoria democrática, los lugares de memoria a menudo nos remiten a espacios relacionados con el pasado traumático, así como a una heterogeneidad de espacios de recuerdo controvertidos.

La dictadura desarrolló su propia política pública de memoria, exaltando el militarismo y configurando un repertorio simbólico de espacios y de iconografías identificables en todo el Estado (toponimia, placas a los mártires, monumentos…). Ahora bien, con la llegada de la transición hubo hitos como el regreso de El Guernica de Pablo Picasso o el reconocimiento como emblemas de obras como El Abrazo de Juan Genovés.

Con el inicio del siglo xxi, y en relación con el movimiento memorialista, espacios vinculados a los derrotados -que evidentemente habían permanecido ocultos durante el franquismo, y que la transición no había recuperado- fueron reivindicados, tomando nuevas dimensiones. En este sentido las fosas comunes, que representan una muestra de la impunidad con la que actuaron los golpistas, han sido objeto de debate político y público y han acontecido espacios de reivindicación, memoria y dignidad. Se podría afirmar que las fosas comunes son, en el caso del Estado español, los lugares de memoria de referencia. Por otro lado, la retirada de simbología franquista del espacio público forma parte también de la política de reparación de las víctimas y ha sido objeto de debates de amplio eco. Un caso singular fue lo de Valle de los Caídos, con la exhumación del dictador. En Mallorca, la protección judicial del monolito de Sa Feixina continúa siendo uno de los temas más polémicos hacia el espacio público. La asociación Memòria de Mallorca y parte de la sociedad civil reivindican su eliminación y la reparación de las víctimas del crucero Baleares en un proceso que viene de lejos y que parece tener todavía un largo recorrido por delante.

La puesta en valor de los lugares de memoria ha sido impulsada en muchas ocasiones por asociaciones memorialistas y por administraciones locales y autonómicas. Los ciclos políticos, de gobierno y de fortaleza de las entidades memorialistas marcan las políticas públicas de memoria, y en consecuencia, determinan la evolución de los lugares de memoria (Ferrándiz, 2001).

En cuanto a las Illes Balears, hemos establecido una clasificación tipológica para favorecer su tratamiento didáctico, a pesar de que somos conscientes que dichas categorías son permeables; aún así, podríamos diferenciar entre espacios vinculados a la represión (como las prisiones y las fosas), espacios de recuerdo (como el Bosc de la Memòria, en Bendinat), espacios de supervivencia (como los refugios) y espacios de batalla (vinculados en especial a la zona del Llevant mallorquín).


Espacios vinculados a la represión

Tal como señala Francisco Ferrándiz (2007), las fosas representan uno de los testimonios más evidentes del dramatismo y de la represión ejercida a partir de la Guerra Civil, y actualmente son una herramienta para la comprensión del terror en su vertiente social, política, cultural y emocional. Se trata de escenarios de crímenes que nos enfrentan de manera directa con la violencia ejercida en el pasado sobre los espacios que ahora habitamos. La apertura de las fosas forma parte de un proceso de revisión del pasado traumático y a la vez es un proceso de irrupción de la memoria. Las exhumaciones y las conmemoraciones que se hacen en todo el territorio del Estado han hecho visible la geografía de los asesinatos y de los fusilamientos masivos, y en definitiva, de la represión. La apertura de fosas, las exhumaciones, la localización y la entrega de cuerpos es un proceso de activación de la memoria y de múltiples discursos del trauma.

La exhumación de las víctimas ha sido una de las principales reivindicaciones enarboladas por las entidades memorialistas y los familiares de los desaparecidos. Desde que se abrió la primera fosa en las Islas, la fosa de los mariandos en el municipio mallorquín de Sant Joan en 2014, se han producido adelantos fundamentales como la aprobación de la Ley autonómica de fosas en 2016 y las exhumaciones realizadas en varios municipios de las Islas. Aún así, son muchas las personas que aún esperan encontrar sus familiares, motivo por el cual nos encontramos ante una tarea en fase de desarrollo.

A principios de marzo de 2023, en las Illes Baleares se habían abierto 21 fosas, en las cuales se habían encontrado 241 cuerpos e identificados 53 de ellos.

Los investigadores han jugado un papel determinante a la hora de definir la ubicación de las fosas comunes sobre las que, con posterioridad, se han realizado intervenciones arqueológicas. De hecho, disponemos ¾en formato impreso y digital¾ de estudios y mapas sobre las fosas comunes de Mallorca y de Ibiza y Formentera que nos ofrecen de manera exhaustiva información sobre estos lugares y que representan un valioso recurso para la didáctica.

En los últimos años, en base a la Ley 10/2016, de 13 de junio, para la recuperación de personas desaparecidas durante la Guerra Civil y el franquismo (BOIB n.º 76, de 16 de junio de 2016), se han abierto fosas en Alaró, Calvià, Bunyola, Llucmajor (Pou de s’Àguila), Manacor, Marratxí, Montuïri, Porreres, Santa Maria, Sencelles y Valldemossa en Mallorca; Ses Figueretes en Ibiza o Sant Francesc en Formentera, entre otras. Algunas de estas exhumaciones, además de la recuperación de cuerpos y la identificación de las víctimas, han implicado la denuncia por parte de la Abogacía de la Comunitat Autónoma de Baleares ante la Fiscalía por crímenes contra la humanidad, en cumplimiento de la Ley autonómica de memoria democrática.

Cada fosa abierta y cada cuerpo identificado son una pequeña victoria de la democracia y la dignidad. Las exhumaciones son percibidas en muchas ocasiones como actos simbólicos, de reparación por el conjunto de las víctimas, independientemente de las identidades recuperadas. Así mismo, como en el caso del cementerio viejo de Ses Figueretes o en el Muro de la Memoria del cementerio de Palma, encontramos intervenciones memorialistas que señalan la identidad, con nombres y apellidos, de las víctimas conocidas, y que hacen visible la magnitud de la represión.

Los actos de homenaje, de visibilización y de denuncia contra la dictadura y la impunidad de los crímenes que acompañan cada excavación inciden en el papel de la sociedad como heredera de un pasado que hay que conocer y gestionar para mejorar el presente y el futuro.

Fosa de Son Coletes, Manacor. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Parte de la intervención en el Muro de la Memoria del cementerio de Palma. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Cementerio viejo de Ibiza. Imagen: Miguel Carranza Guasch

Además de las fosas, una segunda categoría a tener presente en los espacios directamente vinculados a las fórmulas de represión es la de los centros de reclusión.

En el caso de Mallorca, tal como ha estudiado Manel Suárez (2015), las prisiones quedaron colapsadas muy pronto, de forma que se habilitaron nuevos espacios para ingresar a los detenidos. Además de los ya existentes -prisión provincial de Palma, prisión militar de Illetes (actualmente en ruinas), Fortí de Sant Carles-, se habilitaron nuevos centros de encarcelamiento como el Castell de Bellver o el antiguo almacén de maderas Can Mir, también conocido como Prisión Estaciones. Así mismo, los golpistas se hicieron con el control del vapor Jaume I en el Port Vell, habilitaron los conventos de la calle de la Missió y calle de la Pietat, y transformaron la Casa del Pueblo en Cuartel José Antonio.

La prisión conocida como Can Mir es el actual cine Sala Augusta de Palma, y una placa de piedra del año 2010 recuerda que el destino de una parte de los prisioneros políticos fue el fusilamiento por parte de pelotones falangistas.

La zona posterior en la actual biblioteca municipal de Can Sales fue el espacio destinado a la prisión de mujeres, las Hermanitas, donde actualmente encontramos una placa conmemorativa con la siguiente leyenda:

«Can Sales fou una presó de dones durant la Guerra Civil i el franquisme. Hi arribaren a estar preses un milenar de dones. Matilde Landa s’hi suïcidà el 26 de setembre de 1942 després de viure-hi dos anys en condicions extremes».

 

Placa conmemorativa de la prisión de mujeres. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Las obras de Margalida Capellà, Dones republicanes. Memòria de la guerra civil a Mallorca, entre otras, son un referente para conocer el papel de las mujeres como defensoras de los ideales republicanos, pero también como víctimas de la prisión, las humillaciones o los asesinatos.

El Castell de Bellver, que sirvió de prisión en distintas etapas históricas, fue habilitado pocos días después del inicio de la guerra como centro de reclusión. Tomeu Canyelles y Ana Ferrero (2018) son autores de un estudio sobre los grafitos localizados en el castillo realizados durante la guerra, así como de una investigación para identificar los prisioneros de Bellver. Identificaron alrededor de setecientas cincuenta personas que estuvieron encerradas y reivindican su memoria a través de una búsqueda biográfica que analiza su lugar de origen, profesión y filiación política.

Así mismo, la investigación en torno a los prisioneros del Castell de Bellver y los grafitos vino acompañada del establecimiento de una exposición permanente titulada «La presó de Bellver 1936-1939», ubicada en la Torre de l’Homenatge, y que narra las historias personales de algunos presos incidiendo en los principios de la memoria democrática: explicar los hechos, hacer justicia y reparar a las víctimas.

Hay que tener presente que algunos de estos espacios han desaparecido, como el Cuartel José Antonio, que se ubicó en la Casa del Pueblo; otros han transformado su función, como la prisión de Can Mir (ahora cine), y sólo queda testimonio de su pasado en placas de piedra; por el contrario, otros espacios como el Fortí d’Illetes han sido abandonados y se encuentran en ruinas.

Una tercera tipología de espacios de represión que hay que tener presente son los campos de concentración, que en el caso de Mallorca han sido objeto de estudio por parte de Maria Eugènia Jaume Esteva (2019). Los Banys de Sant Joan en Campos, Son Morey en Artà, Son Amoixa en Manacor o Es Llatzaret en Sóller son sólo algunos de los ejemplos que Esteva estudia en sus investigaciones, junto con los tipos de batallones constituidos, como los batallones de trabajo o batallones disciplinarios de soldados trabajadores. La redención de penas por trabajos forzados fue una fórmula extendida por todo el nuevo Estado franquista para conseguir mano de obra. Los trabajadores forzados construyeron en Mallorca alrededor de trescientos kilómetros de carreteras y ejecutaron proyectos militares de defensa a través de la construcción de nidos de ametralladora, bunkers o baterías de defensa durante la posguerra. En la actualidad estas construcciones defensivas, que nunca llegaron a usarse, permanecen abandonadas, como elementos naturales de un paisaje no contextualizado históricamente. Haría falta revalorar estos espacios de memoria como parte de una geografía de la represión, muchas veces olvidada.

En cuanto a Ibiza, el Castell de Dalt Vila es la principal referencia en cuanto a los espacios de reclusión, mientras en Formentera se tiene que conocer la colonia penitenciaria de La Savina, popularmente conocida cómo «Es Campament», donde alrededor de mil quinientos presos, muchos de ellos peninsulares, malvivieron entre 1940 y 1942 (Parrón, 2015). Este espacio, del que casi no quedan restos, ha sido declarado Bien de Interés Cultural y una placa con un poema de Joan Colomines i Puig sirve de recuerdo a las víctimas:


«Sa Colònia Penitenciària

Presó franquista

1939-1942

 Presó de Formentera

 Cementiri dels vius, ara tot runes

abocat a l’estany, amb goig de peix

encara tot és fam, encara es sent

l’udol dels moribuns i el pes des sol.

Tot és suau avui, i les xalanetes,

les gavines, el blau, verd de la mar,

l’arena i el corall, i les savines

que assenyalen el nord dels nostres vents.

Allò que fou ja fou. Resten les cendres,

damunt les quals farem el món de tots.

Cementiri dels vius, record per sempre

abocat a l’estany, la mar i als cors»

El documental Aigua clara, del que hablamos en este documento, ofrece un testigo de gran valía sobre el significado de la colonia penitenciaria de Formentera, poniendo de relevo la vida de Joan Palomar.

En Menorca, tal y cómo señala Miquel Àngel Casasnovas (2015), también se usaron espacios diversos, como la fortaleza de La Mola ¾que primero fue escenario del fusilamiento de numerosos militares y clérigos¾, el Castell de Sant Felip, el Convento de los Concepcionistas, el Hospital de la Sang y la prisión del partido judicial en Maó.

Todos estos espacios de encarcelamiento tuvieron algunas características comunes, como la insalubridad, el hacinamiento, la alimentación insuficiente e inadecuada, la falta de garantías jurídicas para los presos y la censura en las cartas familiares. Otra característica relacionada con las prisiones fue la frecuente movilidad de los presos de un lugar a otro, tanto entre islas como con la península, circunstancia que buscaba su aislamiento y separación familiar.

Hay que tener en cuenta que parte de todos estos espacios forman parte de programas educativos, como el caso de La Mola, que puede visitarse a través del programa Salut Jove del Consell Insular de Menorca, para aproximarse a los episodios de la Guerra Civil y sus consecuencias.

 

Espacios de recuerdo y de homenaje

Algunos de los espacios vinculados a la represión han sido, a partir de las reivindicaciones y las intervenciones de varias entidades memorialistas, y en los últimos tiempos, de la administración pública, espacios de memoria y de homenaje a las víctimas del golpe de estado, de la guerra y de la dictadura.

En este sentido, tenemos que tener presente intervenciones de cariz interpretativo, que otorgan nuevos simbolismos a los espacios, como por ejemplo el Bosc de la Memòria de Calvià o el Muro de la Memoria en el cementerio de Palma.

El Bosc de la Memòria de Calvià, ubicado en Bendinat, es el resultado de la reivindicación de familiares de asesinatos en Illetes y enterrados en fosas comunes, que pedían un espacio donde honrar su memoria. Inaugurado en abril de 2003, cada árbol incorpora una placa metálica con el nombre y apellidos de una de las víctimas, y destaca en el conjunto del espacio la escultura original conocida como Mural d’en Frau, surgida a partir de la ilustración de Jaume Ramis Sureda, elaborada por el escultor Andreu Pasqual Frau y dedicada a los republicanos víctimas de la guerra. Este original hace tres metros de altura y pesa alrededor de una tonelada

Mural d’en Frau en el Bosc de la Memòria de Bendinat. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Con el tiempo, las réplicas del Mural d’en Frau, elaboradas por Pere Pasqual (hijo de Andreu Pasqual), han sido el icono de referencia en los espacios de memoria. El 2011 se colocó una réplica en el Racó de la Memòria en el cementerio de Porreres, con una placa con el poema Els nostres morts de Miquel López-Crespí, configurando un espacio de homenaje cerca del muro donde se llevaron a cabo numerosas ejecuciones durante la guerra, espacio que hoy en día todavía mantiene impactos de bala. Otros cementerios que acogen réplicas del Mural d’en Frau son Petra o Capdepera.

El Muro de la Memoria del cementerio de Palma, promovido por la Associació de Memòria Històrica de Mallorca y el Ayuntamiento de Palma, fue diseñado por el arquitecto Josep Quetglas. Se inauguró en 2011 y está formado por un jardín y un conjunto escultórico con una plancha de hierro de doce metros de longitud con el nombre o referencias anónimas de más de mil quinientas personas asesinadas, así como una silla de bronce a escala real simbolizando el vacío que dejaron las víctimas a sus familias. Complementan el espacio una réplica a pequeña escala del Mural d’en Frau y una placa de mármol blanco con un texto del escritor Llorenç Capellà. Hay que decir que en este espacio, ya durante los años ochenta, se había instalado una placa conmemorativa de la figura de Emili Darder.


Muro de la Memoria del cementerio de Palma y detalle de la silla. Imágenes: Elisabeth Ripoll Gil

Un caso singular es el del cementerio de Son Coletes. El escultor Andreu Pascual luchó durante años por ubicar el monumento a los republicanos en el cementerio de Manacor, y tal como se indica en el semanario Manacor Comarcal del 15 de abril de 1989, el Ayuntamiento rechazó su petición. Así, desde los años ochenta y en distintas etapas, se reivindicó la instalación de la escultura, hasta que en 2016 el consistorio aprobó la intervención artística.

Mural d’en Frau a Son Coletes, Manacor. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Los muros y rincones de la memoria que encontramos en los cementerios dan cabida a los actos de homenaje a los asesinatos y desaparecidos, y actúan como espacio de encuentro, de reflexión y de denuncia de los crímenes cometidos por los sublevados.

En el término municipal de Campos, en dirección a la Colònia de Sant Jordi, cerca de los Banys de Sant Joan -que fue el primer campo de concentración de presos en Mallorca-, en febrero de 2019 se inauguró un memorial en homenaje a los presos del franquismo obligados a construir carreteras. El memorial está formado por un pequeño anfiteatro que sirve como espacio de encuentro, una réplica del mural d’en Frau, se han sembrado algunos árboles y se han instalado paneles informativos.

En relación con los trabajos forzados, encontramos algunas placas o pequeños monolitos en piedra o metal que recuerdan la realización de carreteras y otras obras con mano de obra esclava, como sería el ejemplo del conocido como Camí dels Presos, con un monolito erigido por el Ayuntamiento de Pollença con la siguiente leyenda: «A la memòria dels presos republicans que, per mantenir-se fidels a la democràcia i a la llibertat, foren obligats -entre 1937 i 1940- a obrir camins com aquest. Abril 2005. Ajuntament de Pollença».

Así mismo, se ha iniciado en Mallorca la instalación de paneles informativos en las carreteras que fueron construidas por los presos, como la del Far de Muleta en Sóller. Alrededor de 8.000 reclusos fueron empleados en la Isla como mano de obra esclava para construir 166 kilómetros de carretera, además de otras infraestructuras como nidos de ametralladora. Los paneles visualizan el espacio y ofrecen información sobre el origen de las carreteras, reconociendo las condiciones inhumanas que sufrieron los presos.

Los árboles de la memoria, que encontramos en varios puntos de la geografía balear, representan otro elemento por el recuerdo y el homenaje. Se trata de árboles simbólicos esculpidos en hierro, con cinco ramas que representan cada una de las islas, obra de Sebastiano Rossi, y que pueden encontrarse en el Parc de Son Mas en Manacor, en el cementerio de Maó, en el de Palma o en el de Sant Ferran en Formentera.

Árbol de la Memoria en el cementerio de Palma. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

En tiempos recientes se han llevado a cabo otras iniciativas de memoria que han servido para hacer visibles espacios o zonas relacionadas con figuras destacadas en la defensa de los valores democráticos. Son ejemplos de ello el busto de Aurora Picornell y el busto de Emili Darder.

El busto de Aurora Picornell se instaló en 2019 en Es Molinar (barriada donde nació, trabajó e impulsó su activismo) como parte de las iniciativas del proyecto «Mallorca té nom de dona» y es obra de Margarita Fonollá.

El busto de Emili Darder, inaugurado en la Porta des Camp (lugar donde estaba su casa) en febrero de 2020, coincidiendo con el octogésimo tercero aniversario de su fusilamiento, está hecho en bronce, es obra de Eduard Servera y fue una donación de la Associació d’Amics i Amigues de Son Sardina i Sa Garriga.


Bustos de Emili Darder y de Aurora Picornell.

Otro elemento de homenaje y recuerdo que encontramos en todo las islas son las piedras de la memoria. Las Stolpersteine, vinculadas con una iniciativa de alcance internacional para honrar las víctimas del nazismo han llegado a numerosos municipios de las islas (Ciutadella, Alaior, Porreres, Inca, Pollença, Sóller, Esporles, Alaró, Consell, Manacor, Búger, Costitx, Algaida, Montuïri, Manacor, Sant Llorenç, Palma, Sant Antoni, Eivissa…) para recordar a les víctimas del régimen nazi y también del franquismo.

Los adoquines dorados rinden homenaje a víctimas del nazismo, mientras los adoquines plateados, de acero, están dedicadas a víctimas del franquismo. En ambos casos, las piedras de la memoria se instalan cerca del lugar de trabajo y vivienda de las víctimas, haciendo visible el espacio de su vida cotidiana.[ En la web de la Direcció General de Memòria Democràtica de la CAIB pueden consultarse los mapas de fosas, de árboles y piedras de la memoria.]

Una actividad a realizar con los alumnos es la limpieza de los adoquines como señal de respeto a las víctimas, así como la realización de un análisis biográfico de cada uno de ellos, aspecto que permite extraer algunas características, como la relación entre exiliados de la Guerra Civil y deportados a campos nazis.

Adoquines en Vara de Rey, Ibiza. Alumnos del grado en educación primaria. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Adoquín en Alaior, Menorca. Alumnos del Grado en educación primaria. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Adoquines antes de ser colocados en la vía pública, Sant Jordi de ses Salines, Ibiza. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Respecto a las Pitiusas, destacamos la placa instalada en 2011 en el cementerio de Sant Francesc en recuerdo de las víctimas de la colonia penitenciaria de La Savina, encabezada por las palabras « Veritat, Justícia, Reparació» y con una compilación del nombre de las víctimas mortales conocidas y su lugar de origen. En la plaza de Sant Francesc Xavier encontramos una placa con los nombres de los cinco formenterers que murieron en los campos de Mauthausen y Gusen. En cuanto al cementerio de Ses Figueretes en Ibiza, un conjunto de placas individualizadas recogen los nombres y las fechas de nacimiento y muerte de las víctimas del golpe de estado. En estas iniciativas tiene que destacarse el papel y el impulso del Fòrum per a la Memòria d’Eivissa i Formentera.

Placa de homenaje a los formenterers que murieron en los campos de Mauthausen y Gusen, situada en la plaza de Sant Francesc Xavier. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Espacios de supervivencia

Otra tipología de lugar de memoria a tener en cuenta son los espacios vinculados a la lucha por la supervivencia, es decir, espacios que improvisados o construidos con un planteamiento previo sirvieron de refugio para escapar de los ataques aéreos durante la guerra o de los pelotones falangistas.

Uno de los espacios más simbólicos es la cueva ubicada en la Platja d’en Bossa, cercana a la Torre de la Sal Rossa, donde los escritores Rafael Alberti y María Teresa León, que fueron sorprendidos por el golpe de estado y el inicio de la Guerra Civil en Ibiza, optaron por esconderse. Se trata de una cueva que ha sufrido varias condiciones de conservación; durante años incorporó algunos paneles informativos, posteriormente fue ocupado por personas sin techo y desde la Navidad de 2020 se instaló una placa de reconocimiento con un texto de Maria Teresa León.

Tanto Albertí como León dejaron testigo escrito de su experiencia en la isla hasta su partida el 11 de agosto de 1936. Maria Teresa León narra en Memoria de la melancolía sus vivencias durante unas breves pero intensas semanas:

 «Los tiempos españoles estaban inseguros. (…) La guardia civil caminera, que ya había fusilado a Federico, nos obligó a dejar la puerta entornada y las alcándaras vacías en nuestro molino. (…) Nos despertábamos muchas noches asombrados de que únicamente llamase a nuestra puerta la aurora. Pero la guardia civil eligió una mañana de sol esplendoroso. (…) Nosotros ya no entramos más en la casa. ¡Adiós las adelfas del pozo y los escalones que llevaban nuestros pies descalzos hasta la curva pequeña del agua tornasolada de erizos e ictinias! ¡Adiós almendros, algarrobos gigantes, higueras centenarias! ¡Ya apenas si regresaríamos unos momentos para no volver a verte, molin del Socarrat, estación hacia el cielo, horas sin nubes, amos de perfección! Cuando Pau se hizo cargo de nosotros en la playa, ya la orden de nuestro fusilamiento estaba tal vez decidida, pero ángeles contrabandistas cuidarían de nosotros. El monte, como en las representaciones shakesperianas, estaba lleno de proscritos. Al anochecer, nos sentábamos a ver ensombrecerse la torre de la Salrossa (…). Durante veinte días vivimos en el monte.» (León, 1999, 268-280).

La visita a la cueva nos permite realizar un planteamiento interdisciplinario, desde la perspectiva histórica, pero también desde materias como lengua y literatura o incluso cuestiones vinculadas a geografía o educación física.

Cueva donde se escondieron Rafael Alberti y Maria Teresa León en Ibiza. Imagen: Elisabeth Ripoll Gil

Otros espacios a tener en cuenta son los refugios antiaéreos, de los cuales encontramos ejemplos en Mallorca, Menorca e Ibiza. Para el caso de Mallorca disponemos de los estudios de Bartomeu Fiol Coll (2019); en el caso de Menorca hay que destacar el estudio llevado a cabo por los Amics del Museu de Menorca y Memòries de Menorca en Maó, a partir de una beca del Ayuntamiento, y que ha aportado un catálogo donde se documentan 144 refugios en galerías subterráneas, 70 sótanos y 12 cuevas que suman más de ochocientos metros.

Así mismo, en la isla se conocen otros refugios como el de Alaior, el cual se puede visitar, o el de Es Migjorn, sobre el cual disponemos de un vídeo titulado Documental Tunel d’Es Migjorn, disponible en Vimeo, que narra las memorias y las experiencias de varios menorquines y menorquinas en torno al refugio.

En el caso de Ibiza, tenemos que tener presente el refugio de Santa Eulària, el único que se puede visitar en la Isla y convertido en sala de exposición, a pesar de que no relacionada con la guerra.

Así mismo hay que tener presente que espacios improvisados y de diversa tipología, como los pozos, sirvieron de escondrijo para personas que, anónimas en nuestros relatos históricos, intentaron salvar la vida desapareciendo del escenario de guerra. Contaron con la ayuda de familiares y amigos que arriesgaron su propia vida para proteger aquellos a quienes estimaban.

La tipología de espacios que acabamos de exponer tiene que ponerse en relación con la posibilidad de diseñar e implementar itinerarios didácticos adaptados al nivel educativo y/o ubicación del centro educativo.


Espacios de batalla

A pesar de tener una duración breve en el tiempo, las Illes Balears no estuvieron exentas de episodios bélicos durante la Guerra Civil con graves consecuencias humanas. El desembarco de Bayo es el episodio de referencia, y alrededor se han generado búsquedas y visitas que ponen de relieve espacios de memoria.

Las tropas de Bayo llegaron y tomaron Formentera el 7 de agosto y pasaron a Eivissa entre los días 8 y 9 de agosto de 1936. El desembarco en el levante mallorquín se produjo el día 16. Estos fueran paralelos a un incremento de la represión por parte de las autoridades franquistas.

Maria Àngels Ferragut es autora de Rutes de la guerra civil i la repressió a Mallorca (Documenta Balear, 2022), en la que incluye tres rutas vinculadas al desembarco de Bayo: a) El desembarco a la Punta de n’Amer y Playa de sa Coma, b) La batalla desde el Puig de na Penyal, y c) El desembarco y la guerra en Porto Cristo.

Su obra nos establece las pautas para transitar estos espacios e incorpora imágenes, mapas, testimonios y memorias. Las rutas vinculadas al desembarco de Bayo ponen de relieve episodios como el transcurso de los enfrentamientos ¾como la emboscada de los sublevados en Porto Cristo¾, el reembarque, el asesinato de las cinco milicianas catalanas…

Un espacio a destacar y tener presente es la Playa de Sa Coma, objeto de un proceso de sondeo y excavación enmarcados en el IV Plan de Fosas autonómico.

Vinculado a los espacios de batalla, hay que destacar que se ha llevado a cabo, con el impulso de la Generalitat de Catalunya, un estudio sobre los combatientes antifascistas que murieron en el frente en Mallorca, con participación de varios investigadores, entre ellos Gonzalo Berger.

Así, debe mencionarse el proyecto «Espais de la Batalla de Mallorca», que durante una serie de años se ha encargado de llevar a cabo un estudio arqueológico (prospección y excavación) para identificar y recuperar espacios y vestigios vinculados a la Guerra Civil. Su proyecto se puede seguir en la página web https://batallademallorca.com y en las redes sociales. De este proyecto se han derivado algunas visitas que han permitido a la sociedad civil visitar los espacios vinculados al desembarco de Bayo.

Las rutas de memoria democrática

Las rutas de la memoria democrática guardan relación directa con los lugares de memoria.

En lo que respecta a obras disponibles vinculadas a la temática, tenemos que mencionar en primer lugar el libro de Maria Àngels Ferragut Muñoz, Rutes de la guerra civil i la repressió a Mallorca (Documenta Balear, 2022). En un total de nueve rutas que transitan por el conjunto de la isla, el texto nos aproxima a través de dos grandes bloques (Guerra Civil y represión, y desembarco de Bayo) a hechos, lugares y personas que tejieron los acontecimientos históricos. Las rutas propuestas transitan por Sóller, Pollença, Inca, Porreres, Manacor y Sant Llorenç des Cardassar.

Pere Josep Garcia Munar es autor de Guia de la república i la guerra. Pollença, Port de Pollença i Cala Sant Vicenç (Illa Edicions, 2022) en la que ofrece un recorrido por las calles, locales vinculados a entidades políticas y administrativas o carreteras construidas por los prisioneros, entre otros espacios, poniéndolo en relación con los acontecimientos históricos del municipio. El libro incluye mapas, imágenes y códigos QR para la localización de los lugares.

Además de las mencionadas obras, hay que tener presente algunas propuestas didácticas vinculadas al Máster en Formación del Profesorado. En este sentido, tenemos que destacar dos trabajos que nos proponen rutas para el estudio de la Memoria Democrática. El primero es el Trabajo Fin de Máster La Guerra Civil a Mallorca (1936-1939): itineraris didàctics, dirigits als alumnes de 4t d’ESO, per conèixer el conflicte bèl·lic a Palma, de Marina Castillo Fuentesal (Universitat de les Illes Balears, 2019), con una propuesta didáctica a través de cuadernos de trabajo que combinan itinerarios con actividades de análisis y varios tipos de fuentes primarias.

El segundo trabajo a mencionar es Memòria històrica i educació. Una proposta d’itinerari didàctic de la Guerra Civil Espanyola per la Vall de Sóller de Julià Joy Marroig (Universitat de les Illes Balears, 2020), que pone de relieve el papel de la historia local para contextualizar la guerra.

En cuanto a las Pitiusas, se tiene que destacar que el Fòrum per la Memòria d’Eivissa i Formentera diseñó una serie de itinerarios que no han llegado a ser publicados.

Respecto a la isla de Menorca, dentro del programa Salut Jove del Consejo Insular, encontramos un itinerario sobre la Guerra Civil en la fortaleza de La Mola, donde se tratan las características de la guerra a la isla, los principales protagonistas y hechos y sus consecuencias.

Así mismo, y como parte de los material didácticos diseñados por la Dirección General de Memoria Democrática, hemos propuesto algunas rutas como la Ruta para el estudio del médico, edil y alcalde Emili Darder i Cànaves, y la Ruta Feminista Antifascista en Palma.

Por otro lado, distintas asociaciones memorialistas (como el Fòrum per la Memòria d’Eivissa i Formentera, la asociación Memòria de Mallorca o Memòries de Menorca, entre otros), proyectos (como Espais de la Batalla de Mallorca) y también partidos y empresas, impulsan visitas a lugares de memoria y rutas vinculadas a memoria democrática que ofrecen a la sociedad, y que más allá del ámbito educativo también cumplen funciones de transferencia del conocimiento y hacer visibles los principios de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.